“Existe mucho interés por saber qué está pasando acá con el cine”

Los Festivales Internacionales de Cine son probablemente la vitrina más importante para dar a conocer mundialmente la cinematografía de un país. Como hormigas, sus curadores y especialistas se mueven por el planeta intentando descubrir las particularidades de una nación en pantalla. Intentan presentar nuevos talentos y nuevas formas de narrar en un arte que pese a ser centenario es aún muy joven si se compara con otras disciplinas. El Festival Internacional de Cine de Berlín, conocido popularmente como la Berlinale, es probablemente una de las tribunas más vanguardistas en ese sentido. El Goethe-Institut Venezuela ha querido acercar a dicho certamen con el público local, pero más aún, estrechar un puente entre este evento y los autores locales, de manera de facilitar la presencia de la cinematografía local en esos escenarios. Para ello invitó a Dorothee Werner, miembro del equipo del Foro Internacional del Nuevo Cine para la Berlinale, directora (hasta 2008) de la Berlinale Talent Campus y programadora del Festival Internacional de Cine de Dubai (para la India).

-¿Cómo accede un realizador a la Berlinale?

-Para la Berlinale es muy importante mantener sus puertas abiertas. Que la gente se acerque a ella y no espere a que el festival vaya a buscarle. Cada vez más, las películas que terminan siendo seleccionadas para las distintas secciones llegan desde múltiples vías. Son cerca de seis mil los títulos que llegan a este certamen. Y aunque hasta ahora no ha llegado una película venezolana, y tenemos muchos años sin ver cintas venezolanas, existe mucho interés por saber qué está pasando acá con el cine. Deseamos que a partir de este encuentro, se puedan ver en la edición de 2011 alguna cinta venezolana, incluso propuestas que no estén listas, pues para la Berlinale es importante contar con estrenos mundiales y eso constituye para nosotros un gran privilegio.

-¿Es recomendable entonces hacer contacto directo con el festival?

-Sí, eso siempre es bienvenido. Pero siempre es importante tener en cuenta los lenguajes que se van a mostrar. Para un festival es importante mostrar al gran cine y esto se ve en pantalla. No pueden ser películas con un lenguaje que sea propio de la TV o discursos documentales que no puedan sostenerse en la pantalla.

-¿Hacia a dónde apunta el festival?

-En los últimos cinco años la Berlinale ha cambiado. Su gran tarea es mostrar la gran diversidad del cine. En Alemania existe una gran necesidad de ver cine latinoamericano y es muy poco el que alcanza a verse. Por eso existe una necesidad de profundizar en programas como el World Fund Cinema, un programa en el que ya han participado realizadores de Perú, Brasil y Uruguay pero aún no desde Venezuela y nos interesa que eso comience a suceder. También está la posibilidad de acceder al Talent Campus, otro espacio en el que se construyen redes entre realizadores, escritores, productores que al descubrirse como una suerte de “alma gemela”, terminan desarrollando un proyecto cinematográfico.

-¿Cómo se reinventa un festival como la Berlinale?

-Hablamos de eso todo el tiempo. El cine se debe renovar en cada lugar. Ahora no sólo queremos invitar a la gente al cine, sino llevar el cine a la gente. La Berlinale no se preocupa por sus espectadores pues estos ya los tiene. Tomamos proyectos como el del Cine Arsenal (un cine que está involucrado en el Foro de la Berlinale) y con ello conseguimos llevar el cine hacia otras audiencias. Acercar el cine al corazón de esas nuevas audiencias y es algo que se debe trabajar constantemente. No se trata de elaborar ciclos constantemente, sino de trabajar nuevas áreas. Cruzar al cine con otras disciplinas. Es llevar el cine a las escuelas. Trabajar no sólo con las audiencias infantiles, sino también con un sector olvidado que es el público adolescente. Es trabajar muy de cerca y preparar programas para ellos. No se puede acercar al cine a un espectador de treinta años, hay que hacerlo desde mucho antes y llevarles el cine en una dimensión desde muy pequeños. La reinvención constante de la Berlinale no pasa por mostrar cine durante diez días. Pasa por la elaboración de estos programas, por el World Cinema Fund, por el Talent Campus o el Books on Films (progama que este foro trabaja con la Feria del Libro de Francfort tratando de acercar a los directores y productores con las editoriales y faciliar el desarrollo de adaptaciones cinematográficas). La Berlinale funciona como una suerte de catalizador.  Y finalmente, claro está, se viaja de un lado a otro buscando el cine que define a cada país.

-¿Con ello se consigue evitar la canibalización de otros festivales. Cómo sobrevivir ante eso, buscar nuevos aportes y patrocinantes?

-Naturalmente hoy día, la situación económica es un problema masivo, y además mentiría  si dijera que no existe un problema de competencia con otros festivales que debemos enfrentar. Pero intentamos salir de ello. La realidad de Alemania, aún en medio de la crisis, no es la misma que la de Francia, Reino Unido o España. Son realidades distintas. La Berlinale además es un festival abierto al público, no como Cannes que es un certamen cerrado. Y por último, la Berlinale es vista por el Estado como el evento cultural más importante del país. Eso le permite apoyarse en ello, pero también se exploran nuevas fuentes de financiamiento. Nuevos patrocinios que permitan al festival adecuarse a cada una de sus tareas.

-¿Después de ver tanto cine qué le sorprende?

-Cuando ves películas durante más de diez o doce horas continuas y una de esas películas es la que te hace feliz por distintas maneras, esa es la película que comienzas a considerar. Es una película que por lo general resulta polarizada, es decir, que no genera medias tintas. Que movilizan la opinión renunciando a términos medios. Que pueden moverte o despiertan algo en quien las ve. Otras son aquéllas películas que traen consigo un discurso relacionado con la contemporaneidad. Un ejemplo de esto es Yella, la cinta de Christop Petzold que traía en ella una revisión de la crisis económica contada desde otra perspectiva.

-¿El cine aún sigue siendo Hollywood y fuera de Hollywood?

-Ya el cine no se puede categorizar de esa manera. Ya no funciona así. Es por ello que el cine después de más de un siglo nos sigue fascinando. La crisis que vive Hollywood hoy en día es producto de querer acercarse al espectador a fuerza de fórmulas y el espectador ya no funciona de esa manera. Creo que es importante que el cine se concentre siempre en situaciones especiales. Mientra más local es una historia, más internacional también será su alcance. Por ejemplo Bienvenidos al norte es una película que fue rechazada incluso en Cannes porque apelaba a esos localismos extremos y sin embargo ha sido la película francesa más exitosa en la historia. Otro ejemplo, más alemán, podría ser Verano en Berlín de Andreas Dresen, la primera comedia judía rodada después de la guerra y aquello que parecía una idea imposible terminó siendo un gran éxito, pues se atrevió a explorar un tema particular que probablemente no resultaba muy atractivo desde las fórmulas.

-Pero en las cinematografías emergentes muchos realizadores parecen intentar imitar esta actitud de Hollywood.

-Por supuesto, no soy tan ingenua para no considerar la importancia de Hollywood. En Alemania también existe una presión en los nuevos realizadores por tener ese éxito. Pero también hay movimientos en otra dirección. Gente que se quiere ver a sí misma retratada en la pantalla. Gente que hace cine desde las comunidades, cine que va impregnado desde las costumbres y su propia visión de las cosas. Existe público para eso. En Nigeria, algunas cintas tienen una longitud tan importante que sería imposible exhibirlas en una pantalla de Europa y sin embargo allá desean ver ese tipo de películas.

-En qué momento se encuentra el cine alemán. Por qué permanece sumergido en una cortina de hierro. Se deja ver tan poco fuera de sus fronteras.

-Pienso que muchos de los cineastas que hoy día se encuentran entre los 30 y 50 años hacen sus películas buscando el éxito internacional. Es un caso que se repite en muchas cinematografías europeas que tienen una gran competencia del cine americano. Pero existe también una suerte de período de ruptura con esa búsqueda que ha sido muy refrescante. La aparición en el panorama cinematográfico de realizadores como Thomas Aslan y Fateh Akin ha dado otra perspectiva bastante crítica al cine que se rueda en la actualidad. También debido a la brutal historia alemana, después de la guerra autores como Werner Herzog y Rainer Werner Fassbinder no encontraron el reconocimiento que merecían y es apenas ahora cuando el público alemán comienza a hacerlo.

*Publicamos esta entrevista en las paginas de El Universal, no obstante, aca esta la version integra de la misma.

 

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