Duelo sobre ruedas

REINALDO CHACÓN

La concepción principal del duelo, por la pérdida de un ser querido, la ruptura de una relación, o incluso el cambio de circunstancias habituales, la identificamos como un período estático. El dinamismo de este proceso, evolución del dolor y la tristeza en aceptación y restablecimiento, consecuencia del cumplimiento natural del desarrollo de sus diferentes fases, es reducido a lo que definimos como “olvido”, ponderando así las pocas etapas del sufrimiento por encima del sumario de eventos positivos transformadores que la comprenden. Es un viaje de diferentes velocidades y tránsito mágicos, sin un calendario programado que establezca la ruta, regido únicamente por la contemplación del existir, de donde emergen el encuentro y reencuentro. De eso trata Drive My Car (2021) que narra la historia del actor y director de teatro Yusuke Kafuku, quien pese a no ser capaz de recuperarse de un drama personal, acepta montar la obra “Tío Vania” en un festival de Hiroshima. Allí conoce a Misaki, una joven reservada que le han asignado como chofer. A medida que pasan los trayectos, la sinceridad creciente de sus conversaciones les obliga a enfrentarse a su doloroso pasado.

Adaptación sin igual del relato corto de Haruki Murakami titulado “Hombres sin mujeres”. Una obra comprendida de la selección de cuentos de 2014, que el guionista Takamasa Oe y el propio director Ryusuke Hamagushi se ingeniaron para narrar como una única historia. Como un proceso inverso a la disección de un cuerpo, estos artistas consiguieron la construcción de un ente lleno de temáticas: la vida, la muerte, el amor, la culpa, la confianza, la traición, el lenguaje y la expresión, como subtextos que nutren el macro tema del duelo. Un viaje que los involucra como partes elementales de la disertación que vivimos en las etapas de este dinámico proceso que nos lleva a conseguir nuevamente el camino de vivir. Una cirugía literaria reconstructiva que edificó otra obra de arte.

Esta invasión del texto original, moviendo sus partes para conseguir armar otro rompecabezas, entrelazadas con las novedades de los guionistas, requirió de un maduro concepto del arte visual para pulir lo que ya era oro. Hamagushi, con su sutileza cinematográfica, manejando ritmos pausados y contemplativos, sello de su cinematografía, logra el encaje ideal para los matices del duelo de los personajes. La simbología la enmarca en la expresión de las emociones que van surgiendo en ese proceso de encuentro y reencuentro: primero el carro, el único vehículo de donde fluye el recuerdo añorado y la negación del desapego, que se va transformando en el nacimiento de la confianza y la aceptación que permite sucumbir en la vulnerabilidad exteriorizadora del dolor. Un elemento que más que una locación se convierte en el medio de catarsis, ese que termina por ser la expresión de la felicidad y el resurgir de la familia; luego están los paisajes, contextualizadores de los sentimientos de los personajes. Sutilmente, Hamagushi alcanza a imprimirle vida al carro para sentir su soledad en una autopista, entrando a un oscuro túnel y saliendo a la lluvia nocturna, o incluso bordeando la sabiduría de la quietud del océano que abre los espacios (agua elemento de vida) hacia la frondosidad creciente de la naturaleza y del sol radiante lleno de calidez; finalmente está la ciudad donde convergen ambos personajes. Hiroshima no es una elección de Murakami, es el film quien consigue aportar esta otra capa del discurso, mucho más tácito, que ubica a los personajes y sus conflictos en lo que fue el renacer de la destrucción.

Nominada a 4 premios de la academia (Mejor guion adaptado, Mejor película internacional, Mejor dirección y Mejor película) como parte de un sinfín de premios conseguidos en Cannes, Globos de Oro, Gotham, Críticos de Los Angeles, de Chicago, de Boston, de Nueva York, es sin duda de las mejores películas del 2021. Por tanto, celebro que sigamos dejándonos absorber por un cine que está en peligro de extinción. Y que en medio de una industria que debe seguir fiel a sus derroteros, porque este no es un comentario en detrimento de ella, no sean los prejuicios quienes dicten la aceptación o el olvido del arte poco comercial.

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